- "¡Shhh! Tenemos un plan". Silencio por
favor, he escuchado algo.
- ¿Qué hora es?
- Son las ocho y media
de la mañana. ¿Serán las limpiadoras?
- Puede ser, suelen
abrir antes el colegio. Dile a alguno de los libros de la biblioteca que baje a
mirar.
- Oye, "¡Cómo mola tu escoba!", ¿puedes acercarte
volando hacia la puerta de la clase y mirar si vienen los niños y su maestra?.
- ¿Y por qué no
mandas a "Epaminondas"?
- ¿Qué quieres que
lo haga todo al revés y en vez de ir a la puerta de la clase, se vaya a la
pizarra a escribir la fecha?
- De acuerdo, lo
haré yo. Me voy volando. No viene nadie.
En la biblioteca de
la clase de 2º D del Colegio José Ortega y Gasset, estaban
ocurriendo cosas extrañas. Todos los días al finalizar las clases, su maestra y
sus alumnos ordenaban los libros con mucho cuidado y esmero, poniendo cada uno
en su sitio. Pero a la mañana siguiente, siempre se encontraban libros
esparcidos por diferentes sitios del aula.
Al lado de la
puerta de clase, aparecía siempre, "¡Cómo
mola tu escoba!", pegado a la pizarra, "Epaminondas",
encima de la mesa de la seño, "Leer, ¡qué
gran aventura!" Así era todos los días.
El alumnado y su
maestra estaban ya cansados de dar quejas, ellos pensaban que algunos “ladrones”
eran los causantes de tal desorden. Hubo días que llamaron a la policía,
visitaron el colegio para investigar sobre lo sucedido, pero no encontraron
nada. El policía siempre decía lo mismo;
- Tenéis duendes en clase.
- Tenéis duendes en clase.
Los niños se miraban unos a otros extrañados, pero no llegaban a entender muy bien qué quería decir aquel policía.
Esos niños no
tenían ni idea de lo que estaba pasando, su maestra estaba desesperada, menos
mal que habían leído “Cómo corregir a
una maestra malvada” y podían utilizar algunas estrategias para calmarla.
Cuando se enfada, se pone de muy mal humor, en su otro cole la conocían como “Bruja malvada”.
- ¡Seño, no te
enfades! Algún día encontraremos una solución, dijo Randa.
Rápidamente
intervino Adriana, la cual llevaba un vestido monísimo, perfectamente peinada:
-¡Claro seño! A partir de ahora yo voy a llegar un poco antes a clase para ver si descubro algo.
-¡Claro seño! A partir de ahora yo voy a llegar un poco antes a clase para ver si descubro algo.
Valeria Espinosa, mientras
tanto, pensaba en hacer algún tipo de trampa con cajas de cartón, folios,
pegamento, cuerdas y bolígrafos. Le chiflaban las manualidades.
Volvieron a ordenar
los libros, como cada día. Y empezaron a dar clase, siguiendo las rutinas
diarias: calendario, jefes de equipo, desayuno saludable. Nada extraño se
palpaba en el ambiente…hasta que llegó la hora del cuento.
-¡No aguanto más,
tengo que decirlo!.
- ¡Cállate, nos van
a escuchar! Tenemos al lado a los encargados de la biblioteca.
La seño comenzó a
leer el cuento elegido para ese día y en mitad de la historia, como por arte de
magia, un libro se cayó al suelo.
- ¿Cómo se ha caído
ese libro?, preguntó la seño.
Aiman y Alejandro
pegaron un respingo y dijeron al unísono - ¡No tenemos ni idea!
- Martín, por
favor, puedes coger el libro.
Martín se levantó
de su asiento y fue en busca del libro, al intentar cogerlo, no podía
despegarlo del suelo.
– Seño, no puedo cogerlo.
– Seño, no puedo cogerlo.
- Mohamed Said
¿puedes ayudarle?
Mohamed Said fue en
ayuda de su compañero, en la clase se ayudaban mucho, la seño estaba
implementando algunas estrategias cooperativas, y los alumnos estaban
aprendiendo a cooperar. Se estaban dando cuenta de que trabajando en equipo se
superan más retos que trabajando cada uno por su cuenta.
Al llegar a Martín,
lo agarró de la cintura y empezó a tirar de él, pero no había manera. El libro
seguía pegado al suelo.
– Seño, no podemos despegarlo.
– Seño, no podemos despegarlo.
La seño se levantó,
y al dar el primer paso, tomé la decisión de abrirme, y echar a volar. Todos
los niños se quedaron como estatuas, no movían ni un músculo de su cuerpo. La
seño se quedó petrificada. Pocas veces una maestra y su clase ven a un libro
volar por su aula.
Durante mi vuelo
por la clase, pude ver todas esas caras, llenas de ilusión y alegría por la
lectura. Todos tenían esa mirada en los ojos. Eso había hecho que yo cobrara
vida, que yo pudiera moverme, que yo pudiera hablar….
-¡Por favor, no os pongáis nerviosos! Sé que es un poco raro que un libro os hable, no hace falta que me presente, ¿sabéis quién soy? Antes de nada os quiero presentar a mis amigos. ¡Chicos podéis salir!
Todos los libros de
la biblioteca echaron a volar por la clase, fue un espectáculo grandioso. Después
de un rato volando, todos se posaron sobre la mesa de la seño. En la clase no
se movía ni un alfiler, y estaba todo en riguroso silencio. No daban crédito a
lo que estaban viendo.
- Mis amigos y yo,
queremos daros las gracias a todos vosotros y a la seño, por leer nuestras
historias, cada vez que lo hacéis, uno de nosotros cobra vida, cada vez somos
más en esta pequeña biblioteca. Queremos que sigáis leyendo muchas y muchas
historias, para que podamos ser muchos, muchos más. En vuestra clase no hay “ladrones”,
ni “duendes” como dice ese policía, somos nosotros, que en ocasiones, por las
noches nos aburrimos y estamos deseando que lleguen las nueve de la mañana para
veros llegar. Nos divertimos mucho cuando os vemos trabajar en clase, nos mola
mucho el aprendizaje cooperativo o cuando la seño os graba en vídeo hablando en
público. ¡Qué pasada! Todos habéis hecho muchos progresos. Estamos muy
orgullosos de vosotros.
De repente, Daniel
Vázquez se levanta de su silla y dice:
-¿Le puedo contar a mis padres lo que ha pasado aquí?
-¿Le puedo contar a mis padres lo que ha pasado aquí?
- No, por favor,
esto tiene que ser nuestro secreto. Si le contáis esto a alguien, la policía
volverá y se pondrá a investigar y nos llevarán a analizar. ¿Queréis vosotros
eso? A mí me habéis devuelto la vida, yo era un libro casi olvidado, ya nadie
me compraba ni me leía. Tengo que agradecerle mucho a mis autores Esteban de
las Heras y Ángeles Lara por haberme dado vida, y a Laura Garret por haberme
dado forma, pero entiendo que me hago mayor, que hay historias muy bonitas y
autores muy buenos. Por eso quería daros las gracias, gracias por confiar en
mí, gracias por leer mis pequeñas historias, gracias por haberme permitido conocer otras historias:
1.
Chivos, chivones.
2.
¡Cómo mola tu escoba!
3.
Epaminondas
4.
¡Abuelaaaa!
5.
¡Shh! Tenemos un plan.
6.
El gigante pintanubes.
7.
La vaca y la mosca.
Y todas las que me
acompañan en la biblioteca, que es mi casa, y también vuestra casa.
-"Leer, ¡Qué gran
aventura!", quedan diez minutos para que suene el timbre y la próxima clase es
de inglés, viene el profe Paco, nos van a descubrir.
- Tranquila, "Doña Desastre", acabo en ocho minutos y nos sobran dos para que todos estos niños nos
coloquen en nuestro sitio. A partir de ahora, tenéis que guardar el secreto,
como Zara es la encargada de la biblioteca, ella tendrá la llave mágica, se la
daré cuando esté dormida, a través de uno de sus sueños. A partir de ahora
seremos amigos para toda la vida. Como ya sabéis, en los personajes de mi libro
hay dos grupos: las maris y los chulitos. A partir de ahora vosotros seréis
otros dos grupos:
Los Chulilectores, donde podremos encontrar, a los magníficos: Aiman, Alejandro, Martín, Mohamed Said, Manuel elías, Abdelah, Samir, Daniel Muñoz, Daniel Pérez, Diego, Adrien, Enzo y Daniel Vázquez.
Las Marilectoras,
donde estarán, las maravillosas: Randa, Adriana, Valeria Espinosa, Zara,
Yasmina, Alicia, Irene Manzanares, Almudena, Insaf, Laura, Ana, Irene Rosillo,
Andrea, Valeria María y Paula.
Recordad, tenéis
que guardar el secreto, por eso no podéis ni aplaudir, ni gritar, ni contárselo
a nadie, pero a nadie, a nadie. Os prometo que nos volveremos a ver, siempre
que leáis nuestras historias nos daréis vida. Un último favor, ordenadnos
cuando termine de hablar. ¡Muchas gracias a todos! ¡Muchos besos! ¡Os quiero
mucho!
¡Ringgggggg! Los
libros se quedaron inertes, en cuestión de segundos los alumnos, en un plis
plas , ordenaron todos los libros en la biblioteca y se pusieron a trabajar. La
seño seguía en estado catatónico. Los niños entendieron perfectamente el
mensaje.
- ¡Good morning! –dijo
el profe Paco al entrar por la clase.
- ¡Good morning, teacher! –contestó toda la clase.
- What silent! Something has happened?
- Nothing, nothing teacher.
Los niños miraban todos a la seño mientras ésta abandonaba la
clase y con disimulo le hacían el gesto del dedo índice puesto en la boca. Se
notaba que había gran complicidad entre ellos.
A la mañana
siguiente la policía se personó en el aula, para preguntar cómo iba todo.
- ¡Hola chicos!
¿Qué tal va todo? ¿Se han vuelto a mover los libros?
La contestación que
le dieron al policía sólo la podéis saber vosotros…………
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